La situación virtual en las aulas: ¿Realidad o virtual?

 

La situación virtual es la tecnología popular, de la que todo el planeta habla y la que, según los profesionales, triunfará más adelante. Pero, ¿es posible en nuestras salas?

Bastante se dijo –y escrito– sobre cómo la verdad virtual puede cambiar el modelo educativo de hoy. Sin ir más lejos, en este mismo espacio les contábamos hace en este momento un año todo lo que la verdad virtual podría llevar a cabo algún día por la educación de los jóvenes y también por la forma de enseñar de los docentes. todo se disminuye a ese “algún día”. Pero resulta que ese día llegó.

El primer y más importante cambio que piensa la utilización de un ecosistema apoyado en la verdad virtual es que el ámbito de estudio pasa de ser un sala clausurada con pupitres y sillas a uno generado por PC –o vídeo– bastante más inmersivo cuyas vivencias sensoriales se aproximan de enorme manera a la verdad. Más allá de que varios estudios demostraron que la utilización de novedosas tecnologías, como las tabletas, han incrementado el nivel de atención de los estudiantes y facilitado algunas tareas, la verdad virtual se sigue observando como una tecnología muy pensada al ocio. Pero…

¿Qué sucede si ingresamos todo un sistema de situación virtual en un centro?

Nos encontramos en USA. Exactamente en el centro Hunters Lane, un centro que forma parte del sistema público del área metropolitana de Nashville, la ciudad más importante del estado de Tennesse. En dicho centro, y durante seis semanas entre junio y julio de este mismo año, se quiso evaluar en salas con estudiantes y instructores reales si la verdad virtual podía ser una utilidad didáctica eficiente. El ensayo, además, buscaba saber si podría ser posible la integración de la verdad virtual en las salas, debido primordialmente a los inconvenientes técnicos que ello piensa.

Usando equipos HTC Vive y ordenadores de AMD, el centro habilitó 4 salas completamente en las que 1.700 estudiantes aceptaron formar parte en el ensayo. En cada sesión, 150 estudiantes delegados en las 4 salas usaron el conjunto, pero siempre siguiendo un riguroso calendario, primordial para que el estudio fuera confiable.

A lo largo de ámbas primeras semanas los instructores fueron formados en esta tecnología y desarrollaron tácticas para integrar dentro del curriculum del curso la utilización de la verdad virtual. Desde la tercera semana se puso en marcha la utilización de los equipos con los estudiantes. Ya que solamente había unas gafas por sala, la utilización era por turnos, pero en todo instante se proyectaba sobre un display enorme lo que el usuario se encontraba observando, de manera que la vivencia se podía llevar a cabo extensiva al resto de la clase.

Diferentes programas de programa desarrollados específicamente para este ensayo, del mismo modo que otras utilidades como Google Earth VR, sirvieron para integrar en varias materias la utilización de la verdad virtual con espectaculares resultados. Ashley Ross, instructor de Tecnologías de la Información en Hunters Lane, comentaba que en su clase, “el uso de la verdad virtual ha ayudado a los alumnos a retener los entendimientos de manera más eficiente”.

“Creo que esta tecnología podría cambiar las reglas del juego para los chicos que tienen más adversidades de estudio dado que les sumerge en un mundo en el que tienen la posibilidad de ver y sentir lo que tienen que estudiar. Eso provoca que las clases sean más atrayentes y les ‘engancha’ bastante más” afirmó el docente.

Caso de éxito

Este año, con fundamento de la UBTech que se festeja en Las Vegas –EE.UU.–, una de las ferias sobre educación superior y tecnología más destacables de todo el mundo, en un abarrotado auditorio, Ben Fineman –responsable del programa NET+ de la compañía Internet2– dio una atrayente charla sobre las opciones reales que la verdad virtual da al área educativo. Tras numerosos días disfrutando de varias muestras y casos de éxito sobre cómo diferentes centros –en su mayoría estadounidenses– aplican todos los días la tecnología para enseñar, llegó una de las más espectaculares –e inesperadas– charlas del acontecimiento.

Fineman no solo logró una ojeada a todos los gadgets de situación virtual que se tienen la posibilidad de hallar en el mercado de hoy, sino que además dio cantidades espectaculares sobre su penetración en el mercado. Entre otras cosas, destacó que Samsung había vendido en 2016 más de dos millones de gafas Gear VR. Pero sin lugar a dudas alguna lo más atrayente de su ponencia fueron las situaciones de éxito que citó.

Me llamó poderosamente la atención uno de las situaciones que contó Fineman, el de la escuela de ciencias de Arlington, en Virginia –EE UU–. En dicho centro, la firma Alchemy Learning puso en marcha un programa usando la interfaz de situación virtual Oculus Rift. En este programa los alumnos tienen la posibilidad de hacer visitas virtuales educativas a sitios que, por su situación geográfica, no podrían conocer de manera recurrente. Así, entre otras cosas, los estudiantes de la escuela de ciencias de Arlington tienen la posibilidad de en este momento estudiar en el museo Smithsonian o hacer un viaje a través del Amazonas aprendiendo su flora y su fauna sin desplazarse del sala.

Los problemas

Nadie cuestiona de que usar un ámbito de situación virtual expone varios inconvenientes. Antes que nada es requisito un espacio físico de generosas dimensiones en el que los estudiantes logren desplazarse con independencia y sin riesgo, fundamentalmente si hay que hacer viajes virtuales en los que existen que caminar.

Otro de los inconvenientes –aunque no el más grave– es el del precio de los gadgets. Más allá de que es verdad que un conjunto terminado de alto rango –léase Oculus Rift o HTC Vive– adjuntado con el PC para administrar todo el sistema se puede proceder a unos cuantos cientos de euros, hay configuraciones verdaderamente económicas –soportes de cartón por 3 €– que son compatibles con algún móvil y son un óptimo punto de partida.

Pero sin lugar a dudas alguna el más grande inconveniente que expone el reto de integrar la verdad virtual en las salas de nuestro país es el de los contenidos. Hasta el día de hoy la enorme mayoría de materiales que ya están están en inglés, lo que piensa un inconveniente para el estudio de algunas materias y de varios estudiantes. La solución pasaría por traducir estos contenidos o bien comenzar a hacer unos propios. Aunque, en este momento que lo pienso, también podría ser un óptimo punto de partida para remarcar la asignatura de inglés. Otro punto positivo de la verdad virtual en las salas.

 

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